sábado, 2 de abril de 2011

PROMESA DE PERDÓN

"¡Perdón mami!" "¡Perdón amor!" "¡Perdón amiga!" "¡Perdón Dios!"
Cuánta necesidad de sentirnos perdonados. Cuántas equivocaciones que ometemos. Seguramente a comienzos de este año nos propusimos realizar cambios positivos en las relaciones familiares y en nuestra relación con dios. Pero probablemente hemos quebrantado varias veces nuestras promesas y hemos dejado a un lado nuestras buenas resoluciones. ¡Qué tristeza! ¿Cómo es que lo hicimos otra vez? ¿Será que Dios nos perdonará nuevamente?

Su promesa es segura y cierta: "El perdona todos tus pecados". El perdón es un regalo de Dios para sentir que está todo bien otra vez; es la reconciliación necesaria con nuestro Creador, y la habilitación para seguir adelante en paz.

Después del perdón divino nos queda una tarea muy importante: no meternos más en problemas. Cuando, según el relato de Juan, la mujer encontrada en pecado fue traída a Jesús, él le dijo amorosamente: "Tampoco yo te condeno. Ahora vete y no vuelvas a pecar". Esta es nuestra parte: mantener el contacto diario con nuestro Señor para que a través de su poder podamos vencer en las luchas cotidianas.

¡Gracias Dios por tu amor y tu perdón! Ayúdame a experimentarlo.- Gladys de Meda.




Mientras leía ese texto en mi agenda para la mujer de este año, sentía un montón de cosas. En el transcurso de dos meses, hice cosas que jamás las hubiera hecho, si no me hubiera encontrado con personas que lograron inducirme, o porque yo no tuve el suficiente valor para decir que no. Ese sentimiento de culpa, de odio propio, es horrible. Suplicar perdón, y no sentirte perdonado. Ni siquiera con un poquito de derecho a inclinarme a sus pies. Esta semana hubieron un montón de cosas que se juntaron, para que yo entendiera eso. HOY entendí. Entendí que a pesar de ser un ser humano, sumamente imperfecto, tengo el perdón REGALADO por Dios. Porque el lo hace por amor. No por otro interés. Logré entender que siempre hay una chance más. Siempre. Dios no se cansa. Es más, Dios se interesa.
Ahora lo que tengo que hacer, es tratar de olvidar eso, de olvidarlo de manera completa, porque Dios ya se olvidó. Olvidarme de eso, y seguir para adelante, sabiendo que se puede mejorar. Pero eso sí, evitar todo ese tipo de cosas. Evitar de manera contundente, alejarme de eso. Ni siquiera mencionarlo, menos acercarme. Me siento horrible. Re sucia. Es feísimo el sentimiento.


Se que Dios, se olvidó de eso. Me espera algo mejor.



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